Acaba de terminar su emisión la tercera temporada de esta serie centrada en analizar momentos históricos relevantes con la máxima fidelidad posible, ya sea respecto de los propios hechos, como de las personas que intervienen en los mismos. Cada temporada es diferente (lo que llaman serie antológica), y ahora llega el momento de hacer una valoración.
Pero primero, vamos con sus antecedentes, porque nos encontramos con la tercera temporada de esta serie. ACS analizó en su primera temporada lo acaecido con OJ Simpson, su detención, encarcelamiento y juicio posterior. Lo primero que llamó la atención de la serie era su buena factura y compromiso con la realidad, hasta el punto de que varias páginas de internet se dedicaban a hacer comparativas de las personas reales implicadas en el asunto y los actores de la serie. La recreación de los hechos fue lo más fiel posible y eso le dio a la serie un aura de credibilidad. Asistíamos atónitos a hechos que conocíamos, pero de segunda mano, lo que nos habían contado aquí. De este modo pudimos saber mucho más de lo que pasó. A mí me encantó.
Y no solo a a mí, su éxito fue mundial, y fue inmediatamente renovada. Ryan Murphy, productor entre otras de Nip/Tuck o Glee, se volvía a salir con la suya y volvía a dar en el clavo después de American Horror Story (otra serie antológica), la hermana mayor, dedicada al horror y que desde el 2011, al menos personalmente, está dejando sentimientos encontrados. En mi opinión se pasan de frenada en muchas ocasiones y unos comienzos prometedores de temporada terminaban siendo un despropósito. Pero debe gustar, porque llevan 10 temporadas y siguen al pie del cañón.
Volviendo a ACS, su segunda temporada iba a ser sobre el huracán Katrina, pero al final decidieron retrasar la idea para centrarse en el asesinato de Versace. Esa temporada no me interesó nada, por su temática, y porque la protagonista era Penélope Cruz (nada que añadir, su señoría).
American Crime Story
Ahora sí nos centramos en esta temporada que revisa todo lo que sucedió con Monica Lewinsky y su affair con el Presidente de los USA. De nuevo, y amparándose en fechas, lugares, personajes, la serie se acerca a una realidad que aquí conocimos levemente.
La imagen que se tenía de Lewinsky es de esta chica que supo aprovechar las circunstancias y una mancha en un vestido para una ventaja personal. Pero la realidad es bien distinta, como suele suceder, y la serie nos presenta a una Monica que nunca quiso hacer daño a nadie y que fue manipulada por agentes políticos de la oposición, tanto al gobierno como a los Clinton, que la amenazaron con hasta 28 años de cárcel si no decía lo que ocurrió en los despachos privados de Clinton.
Confió en una compañera de trabajo, que grabó sus conversaciones, y fue traicionada por todos, optando por la única salida que tenía: confesar lo que había sucedido con el amigo Bill y lo que finalmente llamaron una “relación inapropiada”.
En total son 10 episodios, en los que nos invitan a asistir a todos estos hechos, con especial interés en los movimientos de un FBI con intereses dobles. El episodio del Gran Jurado es especialmente bueno. Este Jurado se utiliza en EEUU y está formado por ciudadanos que no deciden sobre la culpabilidad o inocencia de los acusados, sino sobre si hay pruebas suficientes para iniciar un juicio. No suele haber un juez, y tampoco participan los abogados defensores. Cuando participa el acusado, se encuentra un ambiente hostil y muy atemorizante. La serie nos cuenta esos hechos de un modo magistral.
De nuevo, los personajes están perfectamente recreados. A Lewinsky la interpreta Beanie Feldstein, dejando momentos espectaculares de esta jovencita acorralada con ojos de cervatillos asustado. La mala de la película, la traidora, la compañera de trabajo que grabó las conversaciones y que hoy en día se pueden escuchar en Youtube, fue Linda Tripp, interpretada por una muy maquillada y prácticamente desconocida Sarah Paulson (adoro a esta actriz y sale en casi todas las producciones del amigo Ryan). Como agente del FBI, tenemos al hijísimo Colin Hanks, que no acaba de despegar este chico. Finalmente, un Clive Owen muy exagerado da vida a Bill Clinton y no me gusta nada cómo lo hace.
Me ha maravillado esta tercera temporada, y me dan muchas más ganas de averiguar más sobre el asunto, y para eso está Wikipedia y todo internet, donde hay páginas también dedicadas a analizar los parecidos entre los actores y los personajes. Se va a poder ver en La Sexta en abierto.
Parece ser que la cuarta temporada se centrará en el auge y caída de Studio 54, el famoso club que Ian Schrager y Steve Rubell convirtieron en la meca de la vida nocturna para los ricos y famosos antes de ser acusados de evasión de impuestos, obstrucción a la justicia y conspiración para ocultar 2,5 millones de dólares en recibos. Si la serie se centra más en todo el proceso policial y judicial, puede ser interesante, porque otra serie sobre fiestas nocturnas ahora mismo me genera interés cero.
Gracias por leerme!!!
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